La vaca
y

La vaca
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Cuando hablamos de alimentarnos bien para estar mejor, tendemos a pensar en la comida que ingerimos a diario.

Pero no únicamente nos alimentamos de comida, sino que también tiene mucho que ver la actitud con la que comemos, la actitud con la que cocinamos en casa para nosotros o para nuestra familia, las personas que nos rodean habitualmente, qué ritmo de vida llevamos, de qué momentos disponemos para reflexionar acerca de lo que deseamos y si actuamos en consecuencia, de los momentos de relajación para descargar el estrés acumulado, etc.

Está claro tal y como dijo Hipócrates, somos lo que comemos y en esta sección del blog escribo artículos con la intención de reflejar como la nutrición afecta a nuestra calidad de vida y doy algunos consejos desde mi experiencia para mejorarla.

Esta vez he querido transcribir un relato que llegó a mis manos hace muchos años.

Es sencillo y breve, pero transmite un mensaje muy claro que quiero compartir con vosotros:

Un sabio paseaba por un bosque con su fiel discípulo cuando vio en la distancia una casa de apariencia pobre y decidió hacer una visita…

Durante el camino habló con el aprendiz sobre la importancia de las visitas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos, también sobre lo poco y mal que conocemos a las personas.

Llegando a la casa, pudo constatar la pobreza del lugar: una casa de madera, tres hijos vestidos con arapos y sucios…entonces se aproximó a quien parecía el cabeza de familia y le preguntó:

-en este lugar no hay señales de comercio ni de trabajo; ¿cómo, entonces, pueden sobrevivir?

Y el señor , muy tranquilamente le respondió:

-amigo mío, tenemos una vaca que nos da unos cuantos litros de leche cada día. Una parte de esta leche la vendemos o la intercambiamos en la ciudad mas cercana por alimentos y con el resto elaboramos queso, etc. para consumo propio. De esta manera vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por unos instantes y se despidió.

A mitad del camino ordenó al discípulo:

-aprendiz, coge la vaca, llévala al precipicio por el que hemos pasado antes y empújala.

El joven miró al maestro con ojos temblorosos y lo cuestionó, ya que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El recibir como respuesta el más absoluto silencio, se dispuso a cumplir la orden. Empujó la vaca por el precipicio y observó cómo moría.

Aquella escena quedó grabada de tal manera en su memoria que un día, años después decidió dejar de lado todo lo que había aprendido y volvió al lugar, para confesarlo todo a aquella familia, pedirles perdón y ayudarlos.

Y así lo hizo. Cuando se acercaba al lugar, vio que era muy bonito, con árboles frondosos, todo cambiado, con un coche en el garaje y unos niños saltando en el jardín. Se puso triste y desesperado se imaginó que aquella humilde familia se había tenido que vender la casa para sobrevivir. Aligeró el paso y, cuando llegó a la casa lo recibió un hombree muy simpático. Le pregunto por la familia que había vivido allí hacía unos cuatro años y el hombre respondió:

-continúan viviendo aquí.

Asustado, entró corriendo a la casa y vio que era la misma familia que visitado anteriormente con el maestro. Elogió el lugar y le pregunto al señor:

-¿cómo puede ser que haya mejorado tanto esta casa y que todo le vaya tan bien?

El señor entusiasmado respondió:

-nosotros teníamos una vaca que cayo por el precipicio y murió. Desde entonces, tuvimos que hacer toras cosas, desarrollar habilidades que nunca habíamos imaginado que teníamos ya sí conseguimos la situación que sus ojos pueden ver ahora.”

Con esta historia pienso en las personas que la vida les da un giro de 180 grados de la noche a la mañana y que tienen que adaptarse a las nuevas circunstancias con más o menos facilidad.

Te voy a confesar algo:

Este texto junto con un artículo de opinión, lo escribí hace más de veinte años.

Hoy, revisando qué colgaba mañana jueves sobre nutrición, lo encontré.

Curioso, me digo. Entonces no tenía ni idea que la vida me arrastraría a un precipicio.

Hoy honro aquel día y todos los que vinieron a partir de entonces, pues gracias a ello, soy la persona que estoy siendo ahora y me gusta.

Agradecida lo comparto en BúnkerRoto.com, a lo mejor alguien lo está leyendo y le ayuda a comprender.

A seguir.

Abrazo con ternura,

joana p.

 

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