¿Azúcar y equilibrio?

¿Azúcar y equilibrio?

Al azúcar domina nuestra alimentación; está en los pasteles, chocolates, helados y confituras, pero también y lo más peligroso del caso, lo consumimos en productos de forma oculta, como el pan, galletas, conservas, condimentos o salsas.

Sin darnos cuenta, en el transcurso de un día ingerimos bastante cantidad de este deseado, pero a la vez amargo manjar; más del que el nuestro hígado es capaz de asimilar.

¿Y por qué deseado y amargo a la vez?

Porque, si bien nos gusta y estamos acostumbrados a comerlo, por otro lado, provoca en nuestro organismo efectos nocivos.

Si sabemos, aunque sea de manera liviana, algunas consecuencias que comporta su consumo, podremos ser más conscientes en nuestra alimentación.

Cualquier azúcar vuelve el Ph de la sangre más ácida y obliga al organismo a gastar minerales para alcalinizarla. Esta pérdida de minerales debilitará la memoria, los dientes y toda la masa ósea, también puede manifestarse en forma de cansancio físico y mental. Los efectos pueden ser desde desconcentrarse con facilidad, a ser más impacientes o tener fluctuaciones constantes de humor, etc.

Cuando estos efectos se producen a menudo, o bien, forman parte de nuestro comportamiento, nos deberíamos preguntar si es realmente dulce el azúcar para nosotros.

Venimos del otoño y entramos ya en Navidad.

Deliciosas y acogedoras estaciones del año, donde el sabor dominante de ellas es el dulce con sugerentes ofertas como: panellets, moniatos, castañas, turrones, mazapanes, tortell de reyes…

Ello no quiere decir que no debamos comerlos nunca más.

Quizás, diría yo desde mi experiencia, es tomar conciencia de cuando lo tomamos, para a lo mejor, optar en ocasiones por otras opciones más saludables.

¿sería alternar dulces de azúcar con algunos más saludables, el principio para ir adaptando a nuestro organismo a un estado más armonioso? En el supuesto que desees irrefrenablemente comer azúcar, claro.

Hay infinidad de alimentos dulces naturales que nos puedan satisfacer más.

El sabor dulce es tan importante como los otros (ácido, salado, amargo y picante); todos tienen la facultad de tonificar o dispersar nuestros órganos, dependiendo de cómo los utilizamos.

Pero respecto al dulce, hemos de ser prudentes al consumirlos (incluso si es de calidad).

Nuestro organismo no necesita grandes ingestas de este sabor para funcionar bien y nunca deberíamos sustituir una comida diaria por un producto dulce, sea una pasta, etc.

Nos podemos dar caprichos sin perjudicarnos.

Podemos consumir habitualmente alimentos dulces naturales y ecológicos, elaborar repostería sin huevos, sin azúcares refinados ni grasas saturadas y hacer servir frutas frescas ecológicas, melazas de cereales, entre otras.

Así conseguiremos un funcionamiento más armónico en el estómago, bazo, páncreas, hígado, vesícula biliar.

Y, en consecuencia, como personas transmitiremos esta armonía interna a las personas que nos rodean.

Finalmente es necesario resaltar que una correcta distribución de nutrientes en el plato diario, una disminución o sustitución de alimentos que propician el deseo del azúcar (sal refinada, carne, charcutería…), y, la actitud con la cual comemos (que trataremos más adelante), hace que disminuya nuestro deseo por los dulces y a la vez seremos capaces de mantener nuestra energía más estable.

¿Qué lugar ocupa el azúcar vuestra alimentación?

joana p.

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