Sexo en las redes, mi amiga y yo

Sexo en las redes, mi amiga y yo

Quiero a mi amiga. Desde el inicio en la uni hemos caminado juntas.

La amo tal y como es con todo lo que trae.

Habita un matrimonio lleno de dolor, sobre todo, porque hace ya muchos años que dejó de ser visible para él.

Mi amiga es una luchadora nata.

Fuerte, sensible y sobre todo amante.

¿Qué pasó ahí? No voy a entrar en eso. Tampoco es importante para lo que quiero contarte.

El caso es que mi amiga, hace ya unos años tiró la toalla. Dejó de mendigarle amor, ya no quiere ni las migajas.

Pero no se divorcia.

Ha encontrado una fórmula que de momento le sirve.

Aplicaciones en redes para tener sexo.

A veces nuestros encuentros son de una bajada en picado a sentir la cruda realidad de su situación, solo la nombra, me mira, nos abrazamos y respiramos.

Pero otras… me cuenta sus encuentros virtuales y no tan virtuales.

Pasamos a “modo superficial” te lo confieso.

Vemos las fotos de sus posibles amantes fugaces, analizamos sus rostros, hacemos previsiones sobre su “paquete” y…

Simplemente reímos.
Con respeto hacia todos los hombres y las mujeres.

Nos dejamos llevar por esa superficialidad que por momentos alivia.

Sexo en las redes, experiencias virtuales sin llegar a tocar al otro ¡NUNCA!

¿Qué tipo de tarjeta de crédito tienen esas personas que entregan ese sentir tan íntimo y profundo a una desconocida para unos minutos de orgasmos?

¿Y si son encuentros físicos? Lo mismo.

¿Será que sentirse amada (bueno yo diría follada) por unos minutos, en este espacio tiempo, anestesia el dolor desgarrador del abandono y la falta de amor?

A veces es más fácil salir a la superficie y simplemente reír, disfrutar del aroma, un beso robado o una imaginación desbordante a través de las redes con alguien que vete a saber realmente cómo es.

A veces la vida es demasiado dura para poder sostener toda su crudeza y ¿quieres que te diga algo?

Si mi amiga, en este momento, ese sexo a través de aplicaciones le sirve pues oye…

¡Adelante!

Como he dicho antes la amo por quién es, traspaso cualquier juicio, me quedo con esto.

Me está viniendo ahora que cuando escribo, muchas veces, es como hacer el amor conmigo misma.

Es orgásmico.

En esa soledad elegida, estoy tan llena de mí que puedo vibrar con todo.

Estoy segura que mi amiga, a pesar de su elección en este momento de su vida, también tiene esos encuentros profundos con ella misma.

Para escribir hace falta encontrarte con tu amante interior, es como cuando te acaricias el cabello o una mano.

O como cuando te pones suavemente crema hidratante en tu cuerpo, deteniendo el tiempo.

Me gusta imaginar que esas personas consumidoras de sexo virtual o de sexo rápido en la esquina de aquel parque puedan leer la autenticidad del sentir.

Y les despierte un día salir de ese secuestro pronográfico.

Que ella, mi amiga, también puede.

Que no está sola.

Que se tiene a ella misma en todo su esplendor.

uffff…

Hasta aquí llego hoy.

joana p.

PD1: pronto te comparto una historia, bueno, creo que serán varias: los aguacates de Neptuno.
PD2: Neptuno es un amante, no de mi amiga.

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